
Definitivamente el aprendizaje no es algo tan trivial que se pueda observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera; aunque desafortunadamente esa idea se ha difundido a partir de una época en que por el nivel de desarrollo de los conocimientos que existían y de los avances tecnológicos, bastaba con memorizar un limitado número de ideas, para que la persona se considerara capacitada y preparada para cumplir con una función laboral.
Es cierto también que algunos conocimientos se desarrollaron de tal forma en el sistema de enseñanza-aprendizaje para evaluarse con simples preguntas, pero también con la experiencia de dar clases en aula por mucho tiempo nos hemos dado cuenta que al aprender, el estudiante cambia y se transforma, creciendo como persona en diferentes aspectos.
Los tiempos han cambiado, el conocimiento se ha multiplicado y los avances tecnológicos han alcanzado niveles impresionantes; por lo que se requiere de una nueva actitud y del desarrollo de competencias de acuerdo a las necesidades de la compleja sociedad en la que nos ha tocado vivir.
Pero en la actualidad a pesar de que se está implementando la educación basada en competencias, la mayoría de las instituciones evalúan su enseñanza en base al proceso de medición de preguntas con valor sumativo sin tomar en cuenta el desarrollo y crecimiento del alumno al obtener nuevos conocimientos.
De continuar con las prácticas limitadas, empobrecidas y reduccionistas que tuvieron vigencia hace varias décadas se produciría no sólo un estancamiento, sino hasta un retroceso en el desarrollo educativo. Desafortunadamente no parece existir una plena conciencia de lo que pasa en ninguno de los actores que participan.
Los estudiantes, cautivos de la sociedad de consumo, se dejan seducir por las comodidades del facilismo; en su inmensa mayoría son felices: si no hay clases, tareas, compromisos y hasta cuando recurren a los avances tecnológicos tienen como práctica preferida la de copiar y pegar; sin el necesario análisis de la información que están detectando.
Los profesores, acostumbrados a añejas prácticas, en un gran número se resisten a transformarse y adaptarse a las nuevas necesidades; y se refugian en la comodidad de argumentar que es “más de lo mismo”; que las condiciones no son las apropiadas para los cambios y que es en vano cualquier intento de mejorar como se pretende.
Las autoridades educativas han realizado un importante proceso de evaluación y propuesta de los cambios que son necesarios, pero no parecen haber tenido muy en cuenta las necesidades reales; y como siempre, los cambios se van produciendo de una manera sumamente lenta y con grandes dificultades.
Si es el estudiante quién aprende y lo que aprende lo construye él mismo, no debería de haber una medición sumativa de los conocimientos, y el maestro debe de actuar como un asesor en el proceso de aprendizaje del estudiante, y debe de ser un mediador entre lo que el alumno está aprendiendo y el cambio que ha tenido como persona al aplicar sus conocimientos para resolver algún problema que se le presente.
El aprendizaje tiene que ver con la sobrevivencia, el desarrollo del sí mismo, y ha sido de gran importancia el discurso o exposición de temas en la enseñanza, ya que esto permite que el profesor trasmita su conocimiento de manera verbal trasmitiendo sus emociones y vivencias, lo cual hace más personal la relación profesor – alumno, y crea vínculos que motivan a ambas partes a ser mejores y a aprender más.
En la mayoría de las instituciones educativas el examen final contiene preguntas a propósito de unos contenidos específicos vistos en clase, pero no habrá ninguna pregunta respecto de los cambios ocurridos en el estudiante como persona por los conocimientos obtenidos.
Como en el ejemplo de la lectura que cuestiona qué aprendizajes y competencias podría adquirir un alumno de secundaria que tiene miedo a volar en avión si lo ponen dentro de la cabina de un aeroplano y se le pide que lo maneje y lo haga despegar, y nos explican que las estrategias de aprendizaje están situadas en una realidad problemática concreta, pero no están situadas cognoscitivamente dentro de las posibilidades reales del estudiante, y tampoco dentro de su interés personal, entonces, hay que situar el aprendizaje en el lugar concreto donde se puede acceder a los problemas y realidades de que deben ser parte fundamental del aprendizaje.
Es cierto también que algunos conocimientos se desarrollaron de tal forma en el sistema de enseñanza-aprendizaje para evaluarse con simples preguntas, pero también con la experiencia de dar clases en aula por mucho tiempo nos hemos dado cuenta que al aprender, el estudiante cambia y se transforma, creciendo como persona en diferentes aspectos.
Los tiempos han cambiado, el conocimiento se ha multiplicado y los avances tecnológicos han alcanzado niveles impresionantes; por lo que se requiere de una nueva actitud y del desarrollo de competencias de acuerdo a las necesidades de la compleja sociedad en la que nos ha tocado vivir.
Pero en la actualidad a pesar de que se está implementando la educación basada en competencias, la mayoría de las instituciones evalúan su enseñanza en base al proceso de medición de preguntas con valor sumativo sin tomar en cuenta el desarrollo y crecimiento del alumno al obtener nuevos conocimientos.
De continuar con las prácticas limitadas, empobrecidas y reduccionistas que tuvieron vigencia hace varias décadas se produciría no sólo un estancamiento, sino hasta un retroceso en el desarrollo educativo. Desafortunadamente no parece existir una plena conciencia de lo que pasa en ninguno de los actores que participan.
Los estudiantes, cautivos de la sociedad de consumo, se dejan seducir por las comodidades del facilismo; en su inmensa mayoría son felices: si no hay clases, tareas, compromisos y hasta cuando recurren a los avances tecnológicos tienen como práctica preferida la de copiar y pegar; sin el necesario análisis de la información que están detectando.
Los profesores, acostumbrados a añejas prácticas, en un gran número se resisten a transformarse y adaptarse a las nuevas necesidades; y se refugian en la comodidad de argumentar que es “más de lo mismo”; que las condiciones no son las apropiadas para los cambios y que es en vano cualquier intento de mejorar como se pretende.
Las autoridades educativas han realizado un importante proceso de evaluación y propuesta de los cambios que son necesarios, pero no parecen haber tenido muy en cuenta las necesidades reales; y como siempre, los cambios se van produciendo de una manera sumamente lenta y con grandes dificultades.
Si es el estudiante quién aprende y lo que aprende lo construye él mismo, no debería de haber una medición sumativa de los conocimientos, y el maestro debe de actuar como un asesor en el proceso de aprendizaje del estudiante, y debe de ser un mediador entre lo que el alumno está aprendiendo y el cambio que ha tenido como persona al aplicar sus conocimientos para resolver algún problema que se le presente.
El aprendizaje tiene que ver con la sobrevivencia, el desarrollo del sí mismo, y ha sido de gran importancia el discurso o exposición de temas en la enseñanza, ya que esto permite que el profesor trasmita su conocimiento de manera verbal trasmitiendo sus emociones y vivencias, lo cual hace más personal la relación profesor – alumno, y crea vínculos que motivan a ambas partes a ser mejores y a aprender más.
En la mayoría de las instituciones educativas el examen final contiene preguntas a propósito de unos contenidos específicos vistos en clase, pero no habrá ninguna pregunta respecto de los cambios ocurridos en el estudiante como persona por los conocimientos obtenidos.
Como en el ejemplo de la lectura que cuestiona qué aprendizajes y competencias podría adquirir un alumno de secundaria que tiene miedo a volar en avión si lo ponen dentro de la cabina de un aeroplano y se le pide que lo maneje y lo haga despegar, y nos explican que las estrategias de aprendizaje están situadas en una realidad problemática concreta, pero no están situadas cognoscitivamente dentro de las posibilidades reales del estudiante, y tampoco dentro de su interés personal, entonces, hay que situar el aprendizaje en el lugar concreto donde se puede acceder a los problemas y realidades de que deben ser parte fundamental del aprendizaje.



